Actualmente tomamos el derecho a votar como algo dado por sentado. Incluso nos damos el lujo de no acudir a las urnas, ya sea por falta de tiempo o simple flojera. Pero hace 67 años, la lucha por la se anotó una victoria cuando las mujeres mexicanas fueron reconocidas como ciudadanas.

El 17 de octubre de 1953 apareció en el Diario Oficial de la Federación un decreto en el que se anunciaba que las tendrían derecho a votar y ser votadas para puestos de elección popular. Este logro era resultado de una larga lucha de generaciones y generaciones de mujeres.

El derecho a votar era especialmente significativo, ya que no sólo permite elegir a nuestros gobernantes, sino que también implica el reconocimiento pleno de igualdad y ciudadanía.

La lucha por el sufragio femenino en México data de 1916, cuando se presentaron las primeras peticiones sobre el tema. Sin embargo, no fue hasta 1923 que en Yucatán se le otorgó a las mujeres el derecho a participar como votantes y candidatas en las elecciones municipales y estatales.

El cambió fue inmediato y tres mujeres fueron electas para el congreso estatal: Elvia Carrillo Puerto, Raquel Dzib y Beatriz Peniche de Ponce. Además, Rosa Torre fue electa como regidora en el ayuntamiento de Mérida.

Todo el progreso se fue a pique cuando el gobernador Felipe Carrillo Puerto murió asesinado en 1924. Las funcionarias electas fueron obligadas a renunciar a su cargo, pero la semilla había sido colocada.

En San Luis Potosí, las mujeres obtuvieron el derecho a participar en las elecciones municipales en 1924 y en las estatales en 1925, pero este derecho se perdió al año siguiente. En Chiapas, se reconoció el derecho a votar a las mujeres en 1925.

Estos esfuerzos locales llegaron a su culminación en 1937, cuando Lázaro Cárdenas envió una iniciativa de reforma al artículo 34 de la Constitución, que permitiría votar a las mujeres. La iniciativa fue aprobada por ambas cámaras y por las legislaturas estatales.

Cuando sólo faltaba el cómputo y la declaratoria para su vigencia, el Partido Nacional Revolucionario (predecesor del PRI), argumentó en contra de la medida. El argumento del partido para oponerse a la reforma era que el voto de las mujeres “podría verse influenciado por los curas”.

El 17 febrero de 1947, diez años después de la propuesta de Cárdenas, se publicó una reforma al artículo 115 de la Constitución. Con el cambio, llevado a cabo durante la presidencia de Miguel Alemán, las mujeres obtuvieron el derecho a emitir su opinión en las urnas, pero sólo en las elecciones municipales.

Tres días después de la toma de posesión de Adolfo Ruiz Cortines, en 1952, el Partido Acción Nacional solicitó concluir el trámite de la iniciativa presentada por Cárdenas en 1937. Ruiz Cortines presentó su propia iniciativa sobre el sufragio femenino y ésta sí llegó a ser aprobada.

El 3 de julio de 1955, las mujeres mexicanas emitieron su voto por primera vez en unas elecciones federales a fin de integrar la XLIII Legislatura del Congreso de la Unión.

Aunque el camino de México hacia la democracia plena puede parecer accidentado, no estuvo alejado de lo que sucedió en otros países. En Australia, las mujeres obtuvieron el derecho a votar desde 1912. Sin embargo, sólo las votantes blancas se beneficiaron de la iniciativa, ya que la población aborigen fue excluida hasta 1962.

En Canadá hubo una segregación similar, ya que mujeres descendientes de ingleses pudieron emitir el voto desde 1917, pero los nativos de ambos géneros no disfrutaron este beneficio hasta 1960.

El último país del mundo en aceptar el voto femenino fue Arabia Saudita en 2011, aunque las mujeres no pudieron ejercer el derecho hasta el 2015.

Con información de la  y la 

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