Regalan iPhones a sus perros, queman fajos de billetes, organizan carreras ilegales de coches de lujo, se pelean en las redes sociales para ver quién tiene más dinero… Así es la vida de los “fuerdái”, los hijos de los millonarios de que el único interés en su vida es la diversión.

El concepto “” significa “segunda generación de ricos”, y hace referencia a los herederos de los empresarios y funcionarios chinos que tienen una gran fortuna. La mayoría son hijos únicos y nacieron a finales de los 80 y principios de los 90.

Estos “niños de papi” tienen consternada a la sociedad china, pues algunos, aunque han logrado entrar (pagar) a escuelas como Oxford o Stanford, no muestran ninguna señal de querer dirigir las empresas de sus padres, lo que afectaría gravemente a la nación económicamente.

Muestran su riqueza, pero no saben cómo crearla

Entre los "fuerdái" compiten para ver quién tiene más dinero, quién en mejor, quién quema más billetes, quién tiene el mejor carro y, peor aún, quién conduce más rápido, sin saber de dónde o cómo se produce el capital para todo sus lujos y derroches.

Esta competencia o vida al límite les ha cobrado factura a más de uno. Tal es el caso de Guo Meimei quien acabó cinco años en prisión porque se involucró en apuestas ilegales y se hizo pasar por directora de una institución médica para justificar sus ingresos.

Ellos son los "fuerdái", los herederos de los millonarios chinos
Ellos son los "fuerdái", los herederos de los millonarios chinos

Foto: Pexels

Los "fuerdái" chinos por encima de la ley

Los "fuerdái" han evadido la ley en más de una ocasión gracias a sus contactos o, mejor dicho, a los de su familia, y es que al parecer no tienen conciencia de lo que pueda pasar con sus acciones.

El caso más sonado sucedió en 2009, cuando Hu Bin, de 20 años, conducía a exceso de velocidad, por competir en una carrera ilegal, y atropelló a un ingeniero de 25 años, quien murió al instante después de volar 20 metros. El joven solo fue condenado a tres años de prisión.

Cuando fue liberado por buena conducta, siguió manejando como si fuera el único en la ciudad y salía de fiesta sin mostrar ningún aprendizaje. En 2014 volvió a pisar los juzgados tras volcar su BMW.

Otro caso sucedió en 2010, cuando Li Qiming, hijo del entonces director de la polícia Li Gang, arrolló a dos estudiantes, matando a uno de ellos. Cuando lo detuvieron tras varias horas, pues se dio a la fuga, le dijo a los uniformados: “Denúnciame si te atreves. Mi padre es Li Gang".

Desde ahí, la frase “Mi padre es Li Gang" ha sido utilizada en China para referirse y burlarse de aquellos que eluden responsabilidades. Después de mucho intentar ocultar los informes, el joven fue sentenciado a seis años en la cárcel.

Ellos son los "fuerdái", los herederos de los millonarios chinos
Ellos son los "fuerdái", los herederos de los millonarios chinos

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Gobierno chino preocupado por el futuro del país a manos de los "fuerdái"

El gobierno chino no considera que los "fuerdái" están preparados para asumir el control de los negocios familiares. Mientras tengan a sus padres con vida, podrán asesorarlos y seguir cumpliendo sus caprichos, pero eso no será por siempre.

En la sociedad del país asiático existe cierta preocupación, pues dejando a un lado sus escándalos, más del 85% de las empresas no estatales pertenecen a las familias de estas extravagantes personas.

Existen ovejas que no están perdidas, con educación, metas y que hacen felices a sus padres, pero eso no es suficiente. Las autoridades chinas ya han tratado de “reeducarlos” en el pasado con sesiones educativas, donde aprenden valores patriotas, budistas y taoístas. Incluso una de las clases trató sobre cómo servir el té a los ancianos.

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