Hay personas que ante la emergencia sanitaria por coronavirus, la cual ya ha cobrado la vida de más de 84 mil personas en México, aún se niegan a usar cubrebocas. Incluso, varios se han atrevido a señalar que usar una mascarilla es peligroso porque puede producir “daño a los pulmones”.
Para sostener esta falsa idea señalan que el tapabocas restringe el flujo de oxígeno a los pulmones y que además, el dióxido de carbono (CO2) que exhalamos se queda atrapado en la mascarilla y al volverlo a inhalar podríamos provocar un daño pulmonar, pero estos “riesgos” son totalmente infundados.
Investigadores del Hospital Universitario de Miami realizaron un estudio sobre el uso de cubrebocas de tela para la cara y los resultados mostraron que NO restringen la cantidad de oxígeno que una persona respira y tampoco causan una acumulación peligrosa de CO2.
Las personas que participaron en la investigación usaron máscaras quirúrgicas durante media hora, luego se les pidió que caminaran durante 6 minutos. Posteriormente se les hizo un análisis de sangre y no se encontraron diferencias en los niveles de oxígeno o dióxido de carbono en los sistemas de los participantes.
Lo relevante de este estudio es que todos los voluntarios presentan enfermedad pulmonar obstructiva crónica, mejor conocida como EPOC, así que su función pulmonar estaba por debajo del 50%, y aún en esas condiciones, las mascarillas NO les afectaron.
De hecho, los expertos señalaron que el uso de cubrebocas podría beneficiar a los pacientes con problemas respiratorios, ya que son más susceptibles a contraer una infección y usando la mascarilla baja el riesgo.
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(Foto: Anna Shvets/Pexels)
Para derribar este mito solo hay que recurrir a la fisiología. Los expertos señalan que en cada inspiración, entra a nuestros pulmones medio litro de aire, que contiene 21% de oxígeno y 0.04% de CO2. Al momento de exhalar, el aire que sacamos contiene aún un 16% de oxígeno y 4% de dióxido de carbono.
Entre la mascarilla y la cara se pueden quedar unos 50ml de aire, un 10% de todo el que inhalamos, el 90% restante proviene del exterior, el cual se filtra a través del cubrebocas.
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En pocas palabras, la cantidad de oxígeno que inhalamos con la mascarilla baja al 20.5% (en lugar de 21%) y la cantidad de dióxido de carbono ya no es del 4%, pues al mezclarse con aire nuevo, baja a 0.4%, ya que el aire exhalado es solo un 10% del que volvemos a inhalar. Además, la concentración de CO2 necesaria para notar molestias leves es del 5%, cifra que difícilmente se alcanza.
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