Argentina tiene varios episodios oscuros en la Copa del Mundo. Sin embargo, siempre tratan de cubrirlos con el hecho de que se han coronado tres ocasiones en el torneo más importante de la FIFA.
Uno de ellos ocurrió en el Mundial de Italia 90. En Octavos de Final se midieron a Brasil y gestaron una de las mayores trampas en la historia de la competencia, una que por cierto, nunca tuvo consecuencias.
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Argentina estaba buscando refrendar su título obtenido en México 86. El Mundial de Italia cuatro años después lo jugaron prácticamente con la base que logró levantar el trofeo en el Estadio Azteca.
Diego Armando Maradona era sin duda la figura de aquel combinado argentino. Sin embargo, el torneo no fue como ellos esperaban debido a que clasificaron a Octavos de Final como uno de los terceros mejores lugares.
En esa fase no la iban a tener nada fácil, el rival sería Brasil, uno de los candidatos para coronarse. Argentina sabía que debía ganar el Clásico de Sudamérica a como diera lugar.
En es ese partido que se llevó a cabo el 24 de junio de 1990 en el Stadio delle Alpi de Turín se escribió una de las historias más turbias en el futbol. El partido fue ríspido y con pocas jugadas reales del peligro.
La Albiceleste tuvo que echar a andar un plan maquiavélico. Todo comenzó al minuto 39, cuando Ricardo Rocha le cometió una dura barrida a Pedro Troglio en el medio campo. Las asistencias médicas argentinas tuvieron que entrar a la cancha.
El doctor y el masajista atendieron al lateral, mientras que otros se acercaron para hidratarse. Giusti recibió una botella verde junto con una indicación, que al parecer era que no bebiera y la ofreciera a los brasileños. Branco fue quien se refrescó con la bebida argentina.
Pedro Monzón toma otro envase de la hielera y de inmediato bebe. El masajista le dice algo y el futbolista escupe el líquido. Después de eso toma una botella de plástico y de ella sí lo dejan beber.
Dos minutos después Alemao le comete una falta por la banda a Maradona. De nuevo ingresan las dos personas de la Albiceleste. Al parecer, Branco ya sentía los síntomas de lo que había bebido, por lo que se acerca para tratar de ver qué contenido tenían los envases.
Los argentinos se percatan y bloquean su visión. El futbolista brasileño se acercó al abanderado y le dice algo, pero no pasó a mayores. Ya no hubo faltas que ameritaran las asistencias de los argentinos.
“En ese momento entraron los auxiliares argentinos a asistirlo con seis bidones de agua en sus manos. Cuatro de ellas con tapas de un mismo color y dos de color diferente. Yo tomé de estas últimas, pero había algo preparado que me dejó medio atontado y jugué el resto del partido viendo borroso, me sentía incómodo, como si el estadio me diera vueltas”, comentó en su momento Branco.
Nunca hubo una investigación, pero muchos años después Diego Armando Maradona admitió que Bilardo había planeado eso. Señaló que las botellas tenían un somnífero que mermó al jugador brasileño que tomó.
Por su parte, Óscar Ruggeri, sin confirmar nada, señaló que fue totalmente culpa de Branco, ya que un jugador no puede tomar agua del rival, debido a que se corre el riesgo de ser drogado o dañado.