El Mundial es el escenario más grande del fútbol. Y aunque es verdad que jugar uno luce como algo casi imposible para la mayoría, hay familias que lo han convertido en una costumbre.
Es decir, padres que jugaron en una Copa del Mundo y años después vieron a sus hijos hacer lo mismo. Hermanos que compartieron vestuario, o incluso se enfrentaron como rivales.
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Cesare y Paolo Maldini – Italia
Una de las familias más icónicas del fútbol italiano. Cesare, defensor elegante, jugó el Mundial de 1962. Tres décadas después, su hijo Paolo se convirtió en capitán de la selección y disputó cuatro Copas del Mundo (1990, 94, 98 y 2002).
Peter y Kasper Schmeichel – Dinamarca
Peter fue un arquero legendario, campeón de la Eurocopa 92 y figura del Mundial del 98. Años después, su hijo Kasper heredó los guantes y jugó el Mundial de 2018, donde brilló atajando penaltis.
Lilian y Marcus Thuram – Francia
Lilian fue campeón del mundo en 1998 con Francia, uno de los defensores más sólidos de su tiempo. Su hijo Marcus, delantero, debutó en la Copa del Mundo de Qatar 2022, y disputó la final contra Argentina.
Chicharito y el 'Chícharo' – México
Javier Hernández Gutiérrez, conocido como el “Chícharo”, jugó el Mundial de México 86. Años después, su hijo, Javier “Chicharito” Hernández, se convirtió en el máximo goleador histórico de la Selección Mexicana y disputó tres Copas del Mundo: 2010, 2014 y 2018. Lo curioso es que el abuelo materno de Chicharito, Tomás Balcázar, también jugó un Mundial (Suiza 1954).
Mazinho y Thiago Alcántara (y Rafinha) – Brasil/España
Mazinho fue campeón con Brasil en 1994. Sus hijos, Thiago y Rafinha, crecieron en España y aunque solo Thiago ha jugado Mundiales (con la Roja en 2018), los tres han jugado para selecciones distintas.
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