La selección de Brasil en el Mundial de México 1970 es considerada una de las más brillantes de la historia del futbol.
Con un estilo revolucionario, jugadores de élite como Pelé, Carlos Alberto, Tostão, Gerson y Rivelino, y un enfoque táctico innovador, la Canarinha conquistó el trofeo Jules Rimet y dejó una huella imborrable.
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Este torneo, el primero transmitido a color, marcó un antes y un después en el balompié, con la introducción de cambios de jugadores y el uso de tarjetas.
Sin embargo, entre tantas estrellas, un nombre destacó por una hazaña única: anotar en cada uno de los seis partidos que disputó Brasil.
Ese hombre no fue Pelé, sino Jairzinho, el extremo que se convirtió en el alma goleadora de aquel equipo legendario.
El técnico Mario Zagallo apostó por un equipo compacto, apodado “El Brasil de los cinco 10”, por la calidad de sus delanteros: Pelé, Gerson, Tostão, Rivelino y Jairzinho.
Todos ellos eran líderes en sus clubes, pero en la selección, Pelé llevaba la mítica camiseta número 10.
Jairzinho, nacido en Río de Janeiro el 25 de diciembre de 1944, emergió como el sucesor natural de Garrincha, aportando velocidad, potencia, un dribbling exquisito y un potente disparo con la derecha.
Su estilo se basaba en la explosividad y la versatilidad como extremo. Su capacidad para desbordar y su olfato goleador lo convirtieron en una pieza clave del ataque brasileño.
En México 1970, logró un récord histórico: es uno de los tres jugadores en la historia, junto a Alcides Ghiggia (1950) y Just Fontaine (1958), en marcar en todos los partidos de su selección en una Copa del Mundo.
Sus siete goles en seis encuentros lo elevaron a la categoría de leyenda, aunque no alcanzó la Bota de Oro, que fue para Gerd Müller con 10 tantos.
El debut goleador de Jairzinho en el torneo llegó contra Checoslovaquia, donde firmó dos golazos en la victoria 4-1.
Sin embargo, su gol favorito fue contra Inglaterra, la campeona vigente. Recibió de Pelé y con sangre fría, fusiló a un Gordon Banks.
Jairzinho no se detuvo: marcó contra Rumanía, ante Perú, en Cuartos de Final; a Uruguay, en Semifinales; y cerró su cuenta con un gol en la Final contra Italia, en la victoria 4-1 que coronó a Brasil.
A pesar de su hazaña, Jairzinho quedó a la sombra de Pelé, cuya leyenda se consolidó en su cuarto y último Mundial.