El Estadio Centenario, recién inaugurado, fue el escenario de la primera Final de la Copa Mundial de Futbol de la FIFA, un duelo épico entre Uruguay y Argentina.
Pero más allá de los goles y la rivalidad, este partido pasó a la historia por un detalle insólito: se jugó con dos balones distintos, uno por cada equipo, debido a una disputa que la FIFA resolvió de manera salomónica.
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En aquella época, la Copa del Mundo carecía de un balón oficial, por lo que cada selección llevaba su propio esférico, lo que desató un conflicto antes del encuentro.
Uruguay, anfitrión del torneo, quería usar su balón de 12 gajos rectangulares, mientras que Argentina insistía en el suyo, con 12 gajos en forma de “T”.
La tensión era tal que el árbitro belga John Langenus, encargado de dirigir la Final, resolvió el problema con una decisión inédita: a través de un volado dando como resultdo que el primer tiempo se jugaría con el balón argentino y el segundo con el uruguayo.
Sin embargo, este no fue el único detalle curioso que envolvió a la primera Final en la historia de los Mundiales. Según registros históricos, el colegiado belga exigió precauciones policiales excepcionales debido a la rivalidad entre ambos equipos, lo que reflejaba el ambiente caldeado.
El partido comenzó con el balón argentino, lo que pareció que favoreció al equipo visitante. A los 12 minutos, el uruguayo Pablo Dorado abrió el marcador tras un pase de Héctor Castro. Sin embargo, Argentina reaccionó rápidamente. A los 20 minutos, Carlos Peucelle igualó el encuentro tras un pase de Manuel Ferreira.
Más tarde, Guillermo Stábile aprovechó un pase elevado de Luis Monti, superando al portero uruguayo Ballestrero con un tiro alto, pese a las protestas de José Nasazzi por un supuesto fuera de juego. Así, el primer tiempo terminó con Argentina al frente por 2-1.
En la segunda mitad, con el balón uruguayo en juego, el panorama cambió. Uruguay tomó el control del partido. A los 57 minutos, José Pedro Cea empató de barrida tras un pase de Héctor Scarone.
A los 68 minutos, Victoriano Santos Iriarte puso a los locales en ventaja con asistencia de Ernesto Mascheroni.
Finalmente, a un minuto del final, Héctor Castro selló el 4-2 con un cabezazo tras un centro de Pablo Dorado, dándole así el primer Campeonato del Mundo a Uruguay.
El resultado desató euforia en Uruguay, donde el día posterior fue declarado fiesta nacional. En contraste, en Buenos Aires, la derrota generó disturbios: la policía tuvo que disparar a una muchedumbre furiosa que intentaba asaltar la embajada uruguaya. Estos incidentes casi rompen las relaciones diplomáticas entre ambos países.