Apenas estaba calentando con sus compañeros y los pocos aficionados que estaban ya instalados en la tribuna, comenzaron a gritarle a César Huerta.
El jugador de Pumas hizo caso omiso, a lo que le llegaba de tribuna tanto gritos como rechifla y se concentró en lo suyo, para quedar al punto que se requiere y evitar una lesión, en una actividad de alta exigencia.
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Cuando el sonido local lo anunció como inicialista, la afición que en su mayoría ya ocupaba sus lugares en tribuna lanzaron música de viento y rechifla, reprobando su presencia. El canterano rojiblanco ahora jugador de Pumas, no se inmutó.
Durante el desarrollo del encuentro, cada que agarraba el balón, Huerta era abucheado pero fue ahí cuando entró un grupo nutrido de Pumas que se encontraba en la parte alta del inmueble, para lanzar el grito de ¡Goya! ¡Goya! ¡Goya!, para proteger a su jugador.