Juan de Dios Ramírez Perales, conocido como “El Capi”, es un nombre que resuena en el futbol mexicano por su garra como defensor y su actual labor en las fuerzas básicas de los Pumas de la UNAM.
Nacido el 8 de marzo de 1969 en la Ciudad de México, este exfutbolista marcó una época en la Liga de futbol mexicano y en la Selección Nacioanl, aunque también es recordado por su papel en una célebre bronca con el Atlético de Madrid.
Lee también: La Selección Mexicana Femenil ya tiene rivales de eliminatorias rumbo al Mundial de 2027
Ramírez Perales debutó en 1988 con Pumas, donde se consolidó como un defensor central implacable.
Su mayor logro fue el título de la campaña 1990-91, cuando los universitarios vencieron al América en una final épica.
Con Pumas (1988-1994), jugó 155 partidos, antes de pasar por Monterrey, Toros Neza, Atlante, Chivas, Irapuato y Veracruz, donde se retiró en 2002 tras 380 juegos en Primera División y un gol.
Su marcaje férreo y liderazgo lo hicieron un referente, especialmente junto a Claudio Suárez. En la Selección Mexicana, brilló en la Copa América 1993, jugando todos los minutos del subcampeonato, y en el Mundial de 1994, participando en los cuatro partidos del Tri.
Acumuló 49 encuentros internacionales, incluyendo la Copa América 1995 y el Mundial Sub-16 de 1985. Sin embargo, su carrera internacional también quedó marcada por un incidente en 1993, cuando fue uno de los culpables de una bronca protagonizada entre los jugadores de la Selección Mexicana y el Atlético de Madrid durante un partido amistoso.
Este altercado, que desató una “campal” en el terreno de juego, reflejó la intensidad con la que Ramírez Perales vivía el futbol, aunque dejó una mancha en su historial.
Tras retirarse, Ramírez Perales se mantuvo ligado al futbol. Fundó una escuela en Cuernavaca y se formó como entrenador, trabajando como auxiliar en clubes como Veracruz, Santos Laguna, San Luis, Chivas, León, Toluca y la Selección Sub-23 en los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Desde las fuerzas básicas de Pumas, Ramírez Perales sigue inspirando, demostrando que su amor por el futbol trasciende los momentos polémicos. Su trayectoria, desde el título de 1991 hasta su aporte en el banquillo, lo consolida como un ícono del futbol mexicano