El futbol en las primeras décadas del siglo XX ya era una pasión global. Sin embargo, no existía un torneo que reuniera a las mejores selecciones nacionales en una competencia de prestigio mundial.
Fue Jules Rimet, presidente de la FIFA, quien soñó con un campeonato que emulara el espíritu de los Juegos Olímpicos, pero exclusivo para el futbol.
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Su visión culminó en 1930 con la celebración del primer Mundial de futbol en Uruguay, un evento que, a pesar de sus retos, sentó las bases de una tradición que hoy apasiona a millones.
¿Cuándo comenzó a gestarse la idea de crear un Mundial de futbol?
La idea de un Mundial comenzó a gestarse en 1905, apenas un año después de la fundación de la FIFA. Durante el Congreso de París, se propuso organizar una Copa del Mundo, fijando el 31 de agosto como fecha límite para inscripciones. Sin embargo, ningún país mostró interés, y el proyecto quedó en pausa.
No fue hasta 1914, en el congreso de Theuley, que Jules Rimet retomó la idea. Carl Hirschmann, representante holandés, sugirió considerar el torneo olímpico de futbol como un campeonato mundial, pero Victor Schneider, delegado suizo, se opuso, argumentando que el profesionalismo, creciente en algunos países, chocaba con las reglas olímpicas.
Tras la Primera Guerra Mundial, en el Congreso de Amberes de 1920, la propuesta resurgió. Rimet, ya presidente de la FIFA, insistió en un torneo independiente.
El 26 de mayo de 1928, en el Congreso de Ámsterdam, anunció que el primer Mundial se celebraría en 1930. En septiembre de ese año, en Zúrich, se decidió que el torneo sería cada cuatro años.
¿Por qué motivo se decidió que Uruguay fuera la primera sede de un Mundial?
Finalmente, en el Congreso de Barcelona de 1929, Uruguay fue elegido como sede, no solo por su centenario de independencia, sino también por su dominio en el futbol olímpico, con medallas de oro en París 1924 y Ámsterdam 1928.
Organizar el evento en Montevideo no estuvo exento de desafíos. El principal obstáculo fue la participación de equipos europeos, ya que el profesionalismo dificultaba liberar jugadores para un viaje transatlántico de largo periodo.
A pesar de que Uruguay ofreció cubrir todos los gastos, la falta de interés inicial llevó a que ningún equipo europeo se inscribiera hasta la fecha límite. Jules Rimet, con sus habilidades diplomáticas, logró la participación de Bélgica, Rumania, Francia y Yugoslavia.
El torneo contó con 13 selecciones invitadas, sin eliminatorias previas, y el sorteo se realizó una vez que todos los equipos estuvieron en Uruguay, dada la incertidumbre sobre los participantes.
Brasil, por ejemplo, asistió sin sus mejores jugadores del torneo paulista, subestimando la seriedad del evento.
El Estadio Centenario, construido en solo seis meses, no estuvo listo para la inauguración debido a las lluvias, lo que obligó a jugar los primeros partidos en los estadios Pocitos y Parque Central.
Cuando el Centenario abrió el 18 de julio, el cemento de las gradas aún estaba fresco, y los hinchas plasmaron mensajes que aún existen.
Uruguay venció a Argentina 4-2 en la Final, alzándose con el trofeo Jules Rimet en ese primer Mundial que marcó el inicio de una tradición.