Hugo Sánchez, leyenda del futbol mexicano y exestrella del Real Madrid, siempre cargó con el peso de no brillar con la Selección Mexicana en los Mundiales.
A pesar de su exitosa carrera como jugador, donde conquistó cinco Pichichis en España, sus participaciones en México 1978, 1986 y 1994 fueron discretas.
Sin embargo, su ambición no se limitó al terreno de juego: como entrenador, prometió lo que parecía imposible: hacer campeón del mundo a México.
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En 2006, Sánchez tomó las riendas del Tri con un discurso que prometía que el Tri llegaría a lo más alto del Mundial, pero los resultados no acompañaron. Su gestión, marcada por altibajos, incluyó un tercer lugar en la Copa América 2007, un logro destacable, pero también tropiezos dolorosos.
La derrota ante Estados Unidos en la Copa Oro 2007 y, sobre todo, la eliminación en el Preolímpico para Beijing 2008 con la Sub 23 fueron golpes duros.
Estos fracasos llevaron a la Federación Mexicana de Fútbol (FMF) a destituirlo antes de que pudiera dirigir en el Mundial de Sudáfrica 2010, un sueño que quedó trunco.
A pesar de los reveses, Hugo Sánchez no ha abandonado su narrativa. Años después, insistió en que, de haber tenido más tiempo, México habría alcanzado la gloria.
En una declaración afirmó que México sería campeón del mundo si le hubieran dado tres etapas mundialistas, estamos hablando de 12 años.
"En el primero (Sudáfrica) íbamos a conseguir llegar a la Semifinal, en el segundo (Brasil) a la Final y posiblemente no ganarla y al tercero (Rusia), ahí me comprometo que vamos a ser campeones del mundo”, argumentó en su momento.
Su visión, aunque optimista, choca con la realidad de un fútbol mexicano que históricamente lucha por superar el famoso “quinto partido”.
Sánchez también señaló un obstáculo interno: la mentalidad de los directivos mexicanos. Según él, la falta de fe en el potencial del Tri es el mayor enemigo.
El legado de Hugo Sánchez como entrenador del Tri sigue siendo un tema que divide opiniones. Para algunos, su ambición fue desmedida, mientars para otros, su destitución fue prematura.
Lo cierto es que su paso dejó una lección: soñar en grande es esencial, pero en el futbol, los resultados mandan. México aún espera a quién cumpla la promesa de Hugol.