Los fantasmas al fin desaparecieron. Con una exhibición de carácter, entrega y contundencia, Cruz Azul se proclamó campeón de la Concacaf Champions Cup tras golear 5-0 al Vancouver Whitecaps. La Máquina sumó su séptimo título continental y alcanzó al América como el más ganador del torneo.
El estadio Olímpico Universitario fue testigo de una noche que quedará en la memoria celeste. Cruz Azul dominó de principio a fin, encendió a su afición y devolvió la gloria internacional a sus vitrinas después de once largos años.
Cuando llegó el silbatazo final, los jugadores corrieron y se abrazaron. Vicente Sánchez se hincó en el césped, rezó y agradeció por el cierre de semestre. Podrían ser sus últimas horas al mando, pero mientras los directivos deciden, él festejó como nunca y devolvió el cariño a una afición que lo ovacionó hasta el final.
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Ignacio Rivero abrió el marcador a los ocho minutos y encendió el alma del equipo. El capitán puso el tono del partido y fue el reflejo del espíritu combativo que ha caracterizado a los cementeros durante todo el certamen.
Con la ventaja inicial, el conjunto de La Noria tomó el control total del encuentro. La solidez defensiva, liderada por Ditta, Piovi y Jorge Sánchez, anuló cualquier intento canadiense. Al 28’, Lolo Faravelli sepultó las esperanzas de Vancouver con el segundo.
El vendaval celeste no se detuvo. Ángel Sepúlveda apareció al 37’ para marcar el tercero, mientras que Mateusz Bogusz se encargó de anotar el cuarto justo antes del descanso. El dominio era absoluto, y la tribuna respondía con euforia.
Ya en el complemento, el ‘Cuate’ Sepúlveda firmó su doblete con el quinto tanto al 50. El festejo a lo Karate Kid encendió aún más la fiesta. Cada pase, cada barrida, cada grito, fue celebrado por una afición que nunca dejó de creer.
Más allá del marcador, Cruz Azul transmitió una identidad clara y un futbol que conectó con su historia. El título no solo premia una campaña destacada, también renueva la ilusión de una hinchada fiel que acompañó en todo momento.
Al final, el reconocimiento se volcó hacia Vicente Sánchez. La ovación fue ensordecedora. Si fue su último juego como técnico celeste, se marcha con el respeto y cariño de una afición que lo vio formar parte de un capítulo glorioso del club.
El uruguayo llegó como bomberazo a principios del 2025, cuando Martín Anaselmi abandonó el proyecto y sin pensarlo, hoy festeja en CU, codeándose con los técnicos que bordaron una estrella en la camiseta azul.
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