“Nos estamos yendo del Mundial”, decía un preocupado y molesto Christian Martinoli aquella noche del 15 de octubre del 2013, la última vez que Costa Rica venció a México en un partido de carácter oficial.
El estadio Nacional de San José presentaba un lleno para ver a su selección enfrentarse al odiado rival de la Concacaf que necesitaba sumar un punto para clasificar al vergonzoso repechaje de la Copa del Mundo ante Nueva Zelanda. El conjunto tico se plantó en la cancha con autoridad y motivado por un país que quería ver caer en su tierra a México, darle una estocada tras años de vivir bajo su dominio.
A pesar de estar clasificada al Mundial del 2014, Costa Rica afrontó el compromiso con la seriedad que merecía. En sus manos estaba dejar fuera de la Copa del Mundo al que históricamente ha sido su victimario: el tricolor. A la espera de que Panamá lograra una victoria en casa ante una — igualmente clasificada — selección estadounidense.
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Una genialidad de Bryan Ruiz al minuto 24 abría el marcador a favor del conjunto local ante el júbilo de los más de 35 mil asistentes que abarrotaron la casa de la selección nacional de Costa Rica. Un par de minutos más tarde Oribe Peralta empataría el marcador con un violento disparo con pierna zurda.
El empate en el estadio Nacional era suficiente para que México se quedara con el boleto al repechaje. Sin embargo, en la mente del conjunto tico la paz nunca fue opción y siguieron atacando en la cancha. Un cabezazo dentro del área mexicana por parte de Álvaro Saborio rompió el empate a favor de los ticos, que celebraban la caída del autoproclamado “Gigante de Concacaf”.
En Panamá, Estados Unidos extendía su mano al tricolor para sacarlos del apuro. Los panameños habían tomado ventaja mínima y el conjunto de las barras y las estrellas lo empataría para mantenerlos al margen. De la nada, en el estadio Nacional un numeroso grupo de personas comenzó a celebrar mientras en la cancha no sucedía nada.
Panamá había desempatado a menos de 10 minutos del pitazo final. México estaba fuera de la Copa del Mundo en uno de los desastres más grandes en la historia del futbol nacional. El ambiente en la cancha era tenso. Martinoli dijo al aire la ya mencionada frase: “Nos estamos yendo del Mundial” con total desesperanza.
Víctor Manuel Vucetich se quedaba en su área técnica con los brazos cruzados. “Esto no puede estar pasando, es una pesadilla”, seguía Martinoli en su crónica para la televisión mexicana. Costa Rica comenzaba a comer tiempo, a tardar más de lo necesario para renaudar, el colmillo de un joven Keylor Navas salía a relucir en cada saque de meta.
A México le quedaban menos de dos minutos de vida en el Hexagonal de la Concacaf. Solo un milagro salvaría al tricolor, un gol necesitaba ser anotado para salvar al tricolor del mayor fracaso de su historia y llegó. Llegó el ansiado tanto, pero no en el arco de los ticos, sino en la portería panameña.
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Un desconocido Graham Zusi remató de cabeza dentro del área para empatar el marcador entre Estados Unidos y Panamá que salvaría a México de ser eliminado de la Copa del Mundo de Brasil 2014 en el proceso de clasificación. Un minuto más tarde, Aaron Johannsson pondría la estocada final sobre el cuadro panameño.
Aquella estresante noche en San José quedó marcada como la última ocasión que México perdió un partido oficial ante Costa Rica. Esta noche se enfrentan en la Copa Oro para definir al líder del Grupo A con Miguel Herrera, técnico mexicano, en el banquillo de los ticos.