La historia de los Mundiales está llena de momentos memorables, pero también de episodios dolorosos. Uno de ellos ocurrió el 15 de junio de 1982, cuando Hungría aplastó a El Salvador (10-1) en el Estadio Nuevo de Elche, España, durante la fase de grupos de la Copa del Mundo de España.
El Salvador, que llegaba con una plantilla limitada y sin experiencia en torneos de alto nivel, enfrentó a una Hungría con tradición futbolística y jugadores técnicamente superiores.
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Uno de los momentos más destacados del encuentro fue el hat-trick de László Kiss, quien entró de cambio y logró tres goles en apenas siete minutos en la cancha, estableciendo el récord del triplete más rápido en la historia de los Mundiales.
A pesar del dominio absoluto, El Salvador logró anotar un gol por medio de Luis Ramírez Zapata, quien escribió su nombre en la historia como el único salvadoreño en marcar en una Copa del Mundo.
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La derrota no solo fue dolorosa por el marcador, sino por lo que representó para el futbol salvadoreño, al exponer las carencias del equipo y dejar una huella emocional que tardaría décadas en sanar.
A nivel internacional, el partido se convirtió en un ejemplo de la desigualdad que puede existir en el futbol cuando las condiciones de preparación y recursos son tan dispares entre selecciones.