Previo a la dos periodistas italianos provocaron lo que hasta la fecha es una de las anécdotas más atroces en la historia del Mundial de futbol.

Antonio Ghirelli y Corrado Pizzinelli realizaron dos reseñas extremadamente hirientes para los habitantes del país anfitrión del segundo Mundial celebrado en América. “Los teléfonos no funcionan, los taxis son tan escasos como los maridos fieles, un cable a Europa cuesta un ojo de la cara y una carta tarda cinco días en llegar”, se leía en los textos de la dupla italiana.

No satisfechos con ello, los periodistas realizaron descripciones lascivas sobre la población chilena a la que tacharon de “desnutridos”, “analfabetas”, “alcohólicos” y “pobres”, además de incesantes criticas a la organización de la Copa del Mundo para finiquitar con la etiqueta de “miserables y atrasados” sobre el pueblo chileno.

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La respuesta de la prensa chilena fue contundente y atacaron los intereses políticos de Italia durante las primeras décadas del siglo XX. La historia parecía haber terminado con los dos periodistas italianos expulsados de Chile y con un colega argentino quien, al ser confundido con un reportero de origen italiano, fue golpeado y terminó hospitalizado.

Con esto como contexto, las selecciones de Chile e Italia se midieron en la fase de grupos del Mundial de 1962. El estadio Nacional de Santiago fue testigo de una guerra, un partido en donde la misericordia se ausentó y la xenofobia de ambas escuadras salió a relucir. El partido le dio al árbitro inglés, Ken Aston, la idea de crear las tarjetas como método de sanción en el futbol y es el que el despliegue de violencia deportiva en la capital chilena fue un escándalo global.

Apenas a los ocho minutos de juego, Aston echó del campo (aún sin el sistema de tarjetas) al italiano Giorgio Ferrini tras una falta sobre Honorino Landa y tras la negativa del europeo de abandonar el partido, la policía tuvo que escoltarlo fuera de la cancha en una imagen que quedó para la posteridad en los anales de la Copa del Mundo.

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Durante la retirada de Ferrini, Leonel Sánchez aprovechó la distracción de Aston para conectar un gancho a Humberto Maschio que terminó por romperle la nariz, lo que desató más y más golpes entre futbolistas, convirtiendo al estadio Nacional en la sede de una auténtica pelea de barrio en una Copa del Mundo. Chile ganó 2-0 el partido, pero el resultado fue lo menos comentado de aquella tarde.

“Es uno de los espectáculos más lamentable y estúpidos que he visto en el mundo”, dijo David Coleman, cronista de la BBC, durante la transmisión del partido. Aquellas palabras fueron suficientes para describirle al mundo entero la oda a la violencia que se vivió en la capital chilena.

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