Miguel Alessio, de 41 años y propietario de uno de los palcos en el Estadio Azteca, alza la voz ante la incertidumbre que enfrentan los palcohabientes rumbo a la Copa Mundial 2026. La FIFA, que se vislumbra tomará control total del estadio, incluyendo palcos y plateas, ha puesto en jaque los derechos de quienes adquirieron estos espacios hace más de 50 años.
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Alessio, cuya familia invirtió en el palco antes de la apertura del Coloso de Santa Úrsula, exige que se respete el contrato que les garantiza acceso a todos los eventos del inmueble, sin excepciones.
¿Qué es lo que exige el dueño de uno de los palcos del Azteca?
“Nosotros tenemos derechos, en nuestros certificados no dice que tenemos a todos los eventos salvo los Mundiales. No dice nada, simplemente dice que tenemos acceso a todos los eventos que se lleven a cabo dentro de las instalaciones del Estadio Azteca”, afirmó Alessio en entrevista con EL UNIVERSAL DEPORTES.
Este certificado, adquirido por su abuelo, fue parte de un proyecto que financió parte de la construcción del Coloso de Santa Úrsula en los años 60, con la promesa de 99 años de uso ininterrumpido.
La FIFA, según Alessio, ignora estos acuerdos al apropiarse del 100 por ciento del boletaje durante los Mundiales, una práctica que se ha consolidado en los últimos torneos mundialistas.
“A la FIFA no le importa si los palcos son propiedad privada, que en este caso no son propiedad privada, los palcos y plateas son certificados de participación inmobiliaria, pero la FIFA se adueña del cien por ciento del boletaje eso ha pasado en los últimos cuatro Mundiales y no le importa quién sea dueño, ellos venden los palcos y les entra el dinero a ellos”, explicó.
Esta situación, asegura, no es culpa de los palcohabientes, quienes no deberían ser excluidos de los cinco partidos que se jugarán en el Azteca en 2026.
¿Hay posibilidad de llegar a una negociación?
Ante la posibilidad de una negociación, Alessio es claro: “Si quieren llegar a una negociación, tendría que ser extremadamente favorable para nosotros para poder considerarla”.
Sin embargo, su prioridad no es una compensación económica, sino el cumplimiento de su derecho. “No estamos pidiendo trato especial, ni que nos den una suite gigantesca y que nos llenen de alcohol el palco. Nomás pedimos que nos dejen entrar al lugar que nos corresponde”, sentenció.