En las gradas del en Los Ángeles, California, un cartel de tonalidades amarillas y verdosas exigió una promesa ante las más de 94 mil voces que se dieron cita en el recinto estadounidense: “Ganen la Copa por [Ayrton] Senna”.

Y así fue: Brasil levantó la Copa del Mundo, después de derrotar a Italia en una histórica tanda de penales. La primera vez que una Gran Final se definió desde los once pasos. Un lejano 17 de julio de 1994 que estuvo acompañado por un intenso Sol que —en ningún momento— quiso esconderse. Al contrario, decidió presenciar cómo el “Scratch du Oro” levantó el trofeo.

Sin embargo, el camino que recorrieron Brasil e Italia empezó semanas atrás. La historia de la Copa del Mundo de Estados Unidos de 1994 atestiguó la ardua pelea en la que 24 equipos jugaron a lo largo de 52 partidos, dejando un saldo de 141 goles.

En ese entonces, no se le tenía mucha esperanza al anfitrión. Ese sentir quedó muy marcado en la inauguración: un mes antes de la Gran Final, precisamente un 17 de junio, el público estadounidense decidió dirigir su mirada hacia otros eventos deportivos que, curiosamente, “chocaron” con el Mundial.

Uno de ellos fue la persecución que se desató entre la estrella de la NFL, O.J. Simpson, y la policía norteamericana. Las imágenes de un Ford Bronco huyendo de unas patrullas se “robaron” los reflectores de la prensa.

Y no terminó ahí porque, ese mismo día, se disputó el Juego 5 de las Finales de la NBA.

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Estados Unidos tenía claro el panorama: no levantaría la Copa en su hogar. Sin embargo, esa no era su misión; más bien, quería que el público estadounidense se acercara al fútbol. Y lo logró porque —junto con la creación de la Major League Soccer— le dio visibilidad y estatus a un deporte que, en un inicio, no era tan querido por la gente.

Tiempo después, una vez que Brasil e Italia se dieron cita en el Estadio Rose Bowl, noventa minutos no fueron suficientes para definir al máximo campeón del balompié. La esperanza de los “Gli Azzurri” cayó sobre los hombros de su mejor futbolista: Roberto Baggio.

Baggio, aquel que firmó cinco goles a lo largo del Mundial, cobró el último penal para la escuadra italiana. ¿Quién más que Roberto podría darles la gloria? Si fue su paso firme el que los llevó hasta la Gran Final.

Sin embargo, Roberto Baggio erró. Y el peso del mundo se le cayó encima, negándole la oportunidad a Italia de coronarse. En su lugar, Brasil conquistó su cuarto título, pintando el recinto de amarillo y verde. Así terminó una sequía mundialista que les acompañó por 24 años.

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"La Canarinha" levantó el título con un nombre en mente: Ayrton Senna, el histórico piloto de la Fórmula 1 que murió trágicamente en el Gran Premio de San Marino. Un “adiós” que se vivió antes de la Copa del Mundo, el primero de mayo de 1994.

Una de las últimas postales que dejó dicha Copa del Mundo fue a la Selección de Brasil celebrando, con una pancarta que conmovió al mundo entero.

Senna… Acceleramos juntos, o tetra é nosso!” que, en español, significa “Senna… Hemos acelerado juntos. El cuarto título es nuestro”.

¿Y qué pasó con la Selección Mexicana?

“¡Gol del 'Abuelo'! ¡Estamos en el Mundial”, gritó el comentarista deportivo, Raúl Orvañanos.

El Varsity Stadium de Toronto, Canadá, atestiguó el momento en el que gracias a una anotación de Francisco AbueloCruz —canterano de los “Rayadosde Monterrey— la Selección Mexicana no solamente derrotó (1-2) a la “Hoja de Maple”, también regresó al Mundial, después de una ausencia de ocho largos años.

El “Tricolor” formó parte del Grupo E, junto con Noruega, Irlanda y la finalista Italia. El camino continuó hasta los Octavos de Final, donde los entonces dirigidos por Miguel Mejía Barón cayeron ante Bulgaria. Una eliminación que se definió desde los once pasos, puesto que —en los noventa minutos de juego — se vivió un empate.

Sin embargo, México cayó en la tanda de penales y se despidió de la Copa del Mundo. La esperanza desapareció cuando, en el primer penal, Alberto García Aspe voló el balón. El futbolista se limitó a llevarse las manos al rostro, invadido por la frustración. Un evento que, según ha platicado en entrevistas, le provocó insomnio.

Y aunque Jorge Campos atajó el primer penal de Bulgaria, el destino y la estrategia le sonrieron al rival, dejando una última postal del guardameta mexicano tendido en el suelo. Mientras, por su parte, unas lágrimas se escaparon de García Aspe.

En ese “adiós”, Hugo Sánchez también vivió sus últimos momentos como seleccionado nacional.

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