El 21 de junio de 1982, el Estadio José Zorrilla de Valladolid fue testigo de uno de los episodios más surrealistas en la historia de los Mundiales de futbol.
Durante el partido entre Francia y Kuwait, correspondiente al Grupo 4 del Mundial de España, un jeque kuwaití irrumpió en el campo de juego para protestar un gol, desencadenando un escándalo que aún resuena en la memoria futbolística.
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Francia dominaba el encuentro con un 3-1, gracias a los goles de Bernard Genghini, Michel Platini y Didier Six, mientras que Al-Buloushi había descontado para Kuwait.
¿Qué fue lo que detonó el escándalo en dicho partido de España 1982?
En el minuto 83, Alain Giresse anotó el cuarto gol francés, aprovechando que la defensa kuwaití se detuvo, confundida por un supuesto silbato proveniente de la tribuna. Los jugadores kuwaitíes alegaron que creyeron que el árbitro había detenido el juego, pero los franceses negaron haber escuchado tal sonido.
El árbitro soviético Miroslav Stupar, quien seguía la jugada de cerca, validó el gol, desatando la furia del equipo kuwaití.

En ese momento, desde un palco, Fahid Al-Ahmad Al-Sabah, presidente de la federación kuwaití de futbol y hermano del Emir de Kuwait, comenzó a gesticular con indignación señalando que los jugadores se retiraran el campo de juego.
Sorprendentemente, el jeque bajó al césped, acompañado por la custodia policial que, en lugar de detenerlo, le permitió el acceso sin oposición.
Una vez en el campo, Fahid exigió hablar con Stupar. Tras una breve discusión, bajo la mirada atónita de jugadores, policías y espectadores, el jeque regresó a su tribuna aplaudiendo, mientras Stupar, en un acto sin precedentes, anuló el gol de Giresse, contradiciendo su decisión inicial, en una situación que generó un gran escándalo.
¿Cómo terminó el partido entre Francia y Kuwait?
No obstante, el partido continuó y Francia selló la victoria con un gol de Maxime Bossis al minuto 89, finalizando 4-1. Sin embargo, el incidente dejó consecuencias imborrables.
La FIFA impuso una multa económica al jeque, mientras que Stupar perdió sus credenciales y nunca más dirigió un partido internacional.
Las imágenes televisivas, que captaron el momento en que un espectador influía directamente en una decisión arbitral, generaron una ola de críticas entre aficionados y prensa, quienes calificaron el episodio como una afrenta a la integridad del juego.