La Final del Mundial de Inglaterra 1966 enfrentó a la selección local contra Alemania Federal en el estadio de Wembley. Después de los 90 minutos, el partido estaba empatado 2-2, y se fue al alargue. Fue ahí donde ocurrió una de las jugadas más polémicas en la historia de los Mundiales.
Al minuto 101, Geoff Hurst disparó dentro del área y el balón pegó en el travesaño. Cayó cerca de la línea de gol y rebotó hacia afuera. No hubo certeza sobre si había cruzado por completo. El árbitro no lo vio claro y consultó a su asistente, quien señaló gol.

Con esa decisión, Inglaterra se puso arriba 3-2 y más tarde sellaría el título con otro tanto del propio Hurst.
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Desde entonces, la polémica ha persistido. Alemania siempre sostuvo que el balón no entró, mientras que los ingleses defendieron la validez del gol.
En estudios posteriores con tecnología moderna, varios análisis concluyeron que la pelota no cruzó completamente la línea, aunque otros lo disputan.
“Le diré a cualquiera relacionado con el fútbol mundial: ese balón estaba al menos un metro sobre la línea, punto final. Golpeé la pelota en el medio giro. Me caí, así que tenía muy mala vista y la pelota rebotó detrás de Tilkowski, así que no la vi. Pero quieres creer más que el valor de tu vida que la pelota cruzó la línea. Y así esa creencia ha permanecido fuertemente dentro de mí”, confesó Hurst al sitio oficial de la FIFA.
Desafortunadamente para los alemanes, en 1966 no había repeticiones, ni VAR, ni sensores. Solo una señal del juez de línea. Y esa bastó para que Inglaterra levantara su primer y único título mundial.

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