Moacir Barbosa, arquero estrella de Brasil en los años 40, vivió una vida marcada por un instante que cambió su destino: el Maracanazo de 1950.
Antes de ese fatídico 16 de julio, era un ídolo nacional, admirado por su destreza bajo los tres palos del Vasco da Gama y la selección brasileña. Su rostro aparecia frecuentemente en revistas, su nombre resonaba como una gran figura del futbol brasileño.
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Sin embargo, un gol de Alcides Ghiggia en el Mundial de 1950 lo condenó a la exclusión de la sociedad brasileña, transformándolo en el “arquero maldito” de Brasil.
¿Cuál fue el "pecado" cometido por Moacir Barbosa?
Barbosa no cometió un delito penal, no violó leyes ni traicionó a su país. Su único “pecado” fue no detener un disparo rasante de Ghiggia que dio a Uruguay el título mundial en el Maracaná, ante casi 200 mil espectadores que esperaban la coronación de Brasil.
“Llegué a tocarla. Creí que la había desviado al córner. Pero escuché el silencio del estadio y me tuve que armar de valor para mirar atrás. Cuando me di cuenta de que la pelota estaba dentro, un frío paralizante recorrió mi cuerpo y sentí de inmediato todas las miradas sobre mí”
Moacir Barbosa
El silencio que marcó el inicio de su calvario
El Maracanazo no fue solo una derrota deportiva; fue un trauma nacional. Brasil, que había goleado a Suecia (7-1) y España (6-1) en el torneo, veía el camino pintado para ser campeón.
Friaça adelantó a los locales, pero Schiaffino igualó y Ghiggia, a los 34 minutos del segundo tiempo, sentenció el 2-1.
La prensa habló de suicidios, comparó la tragedia con “Nuestro Hiroshima” y la camiseta blanca de Brasil fue desechada por considerarse maldita.
Barbosa, hasta entonces un héroe, se convirtió en el enemigo público. “Este es el hombre que hizo llorar a todo Brasil”, le dijo una madre a su hijo en un supermercado en los años 70, mientras el exarquero cargaba con insultos y desprecio.
A pesar de su brillante carrera, con innumerables títulos, Barbosa fue borrado de la memoria del pueblo brasileño y aunque siguió jugando, nunca recuperó su estatus.
Quemó los postes de la portería maldita
Tiempo después del trágico suceso, se dice que Barbosa trabajó como empleado en el Maracaná, donde su jefe le regaló los postes del arco del fatídico partido.
Barbosa los destruyó con un hacha y los quemó, como si quisiera incinerar su pasado. Sin embargo, el estigma lo persiguió.
¿Qué pasó cuando quiso acercarse a la selección brasileña antes del Mundial de 1994?
En 1993, cuando quiso visitar a la selección brasileña para desearle suerte a Cláudio Taffarel antes del Mundial de 1994, le negaron la entrada por ser considerado "un personaje de mala suerte".
“En Brasil, la pena mayor por un crimen es de 30 años de cárcel. Hace 43 que yo pago por un crimen que no cometí”.
Moacir Barbosa (1993)
El exportero murió el 7 de abril de 2000, a los 79 años, tras un derrame cerebral, en medio de la pobreza y sin el reconocimiento que merecía.
Barbosa, como lo describió el escritor mexicano Juan Villoro, “murió dos veces”: en 1950, bajo el escarnio público, y en 2000, en el olvido.