Pasaron doce años y entre estos seis años y un día de Guerra Mundial, para que el futbol volviera a las canchas, para que la Copa del Mundo se volviera a organizar.

Los días de paz llegaban al mundo, pero Europa seguía sufriendo las consecuencias de invasiones y bombardeos, así que lo mejor era que la organización del Mundial pasara a América, y así se lavaba la afrenta que se había hecho al continente en 1938.

Brasil fue el escogido para organizar el retorno del torneo, lo que no dejó de nueva cuenta, satisfecho a todo el mundo, ya que Argentina decidió de nuevo no participar, en cambio Inglaterra apareció en el mapa, después de negarse a jugar en los primeros torneos.

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Al final, trece equipos participaron, muchos europeos, aún afectados por la guerra decidieron declinar: Bolivia, Estados Unidos, México, Suiza, Inglaterra, Paraguay, Uruguay, Chile, Italia, Suecia, Yugoslavia, España y por supuesto al anfitrión.

El formato cambió. Ya no fue a eliminación directa, sino se jugó una fase de grupos un poco extraña, con dos sectores con cuatro equipos, uno con tres y otro con dos…

El estadio Maracaná, construido expreso para la Copa del Mundo y con capacidad para 183 mil personas, el mayor aforo en la historia, era testigo del juego inaugural entre Brasil que goleó a México 4-0. Y Río de Janeiro se volvió una fiesta que duraría todo el evento.

Los ganadores de grupo irían directos a la fase final. Obviamente Brasil calificó en el A; España con su espectacular ariete Telmo Zarra pasó en el B, en donde se daría la gran sorpresa con la victoria de Estados Unidos sobre Inglaterra (1-0).

En el C, Suecia echaría a la bicampeona Italia y en el D, en el único juego del sector, Uruguay derrotó a Bolivia. La búsqueda del campeón no se decidió por semifinales y partido final, sino en una ronda de todos contra todos, en donde el que hiciera más punto, ganaría.

Y así se construyó la tragedia. En el último partido del Mundial se medían Brasil y Uruguay. Los locales llegan con cuatro puntos, Uruguay con tres. El empate le valía a los brasileños para avanzar.

Esa tarde en el Maracana, todo estaba listo para la coronación de Brasil. Después de una tensa primera parte, donde el sistema defensivo uruguayo prevaleció y las atajadas del portero Roque Máspoli guardaron el cero en su portería, Friaca anotó al inicio del segundo tiempo.

Brasil ya se saboreaba la Copa, ya estaba en sus manos, pero la leyenda cuenta que Obdulio Varela, capitán charrúa, tomó la pelota e hizo tiempo para calmar la euforia del estadio.

Y todo cambió. Juan Schiaffino empató para Uruguay y cerca del final, cuando Jules Rimet baja al campo con la Copa en sus manos, Alcides Ghiggia sorprendió al portero brasileño Barbosa y marcó sobre el primer poste.

Maracaná calló. Río de Janeiro se silenció y todo Brasil lloró cuando el árbitro pitó el final del juego y Uruguay se levantó como campeón del mundo por segunda ocasión en su historia.

¿QUÉ PASÓ CON MÉXICO?

La Selección Mexicana acudió a la Copa del Mundo de Brasil 1950 con un equipo renovado, llenó de jugadores semiprofesionales, pues su liga, la Liga Mayor mexicana, ya tenía años de estar funcionando con mayor organización. Como técnico acudió Octavio Vial, quien vivió sus mejores años como jugador en el América.

Su equipo estaba conformado por el gran ídolo nacional, Horacio Casarín, además de otras estrellas nacionales José Antonio Roca, José Luis Borbolla, Max Prieto y un joven portero que jugaba en el León, de nombre Antonio Carbajal, que jugó la primera de sus cinco Copas del Mundo, siendo el primer futbolista en lograrlo.

Foto: @UniformesSelec1
Foto: @UniformesSelec1

En el debut, México, que en ese tiempo vestía de guinda, fue goleado 4-0 por Brasil. En el segundo partido, otra vez le metieron otros cuatro goles, para un marcador final de 4-1. El tanto mexicano lo metió de penalti Héctor Ortiz. La despedida se dio con una derrota de 2-1 ante Suecia, con un gol de Casarín, al final del juego.

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