El 11 de junio del 2006 la Selección Mexicana debutó en la Copa del Mundo de Alemania mientras los ojos de la prensa nacional e internacional se enfocaban en un jugador en particular. Con tan solo unas horas de haber aterrizado en tierras teutonas, el guardameta mexicano llamó la atención de propios y extraños.

Durante la concentración del tricolor previo a su debut en el Mundial de Alemania 2006, recibiría la peor llamada de su vida. Su padre, Felipe de Jesús Sánchez Carmona, había fallecido cuatro días antes de ver a su hijo cumplir el sueño de disputar una Copa del Mundo con su país.

El destino fue caprichoso, Felipe Sánchez había acompañado las proezas y atajadas de su prolífico hijo y en el momento cúspide de su carrera profesional, pero un paro cardiaco le arrebató la vida y con ello la oportunidad de ver a San Oswaldo ante los ojos del mundo entero.

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Un tímido Oswaldo Sánchez volteaba a ver a sus compañeros previo a la entonación del Himno Nacional Mexicano para confirmar que todos iban a saludar a la bandera con el costado de la mano derecha pegado al pecho. El guardameta, que se ubicaba en la orilla de la formación, fue el último en realizar el gesto, solo por detrás de Gonzalo Pineda.

Aquel gesto le arrancó una sonrisa al guardameta que se presentaba en Nuremberg con el corazón completamente destrozado y tras haber realizado un cansado viaje a Guadalajara para despedirse de su padre, ese que lo llamó “un chingón” previo a su debut en Alemania 2006.

Un tempranero cabezazo del delantero iraní Vahid Hashemian puso alerta a todo México pues el balón iba directo al arco, pero Sánchez estaba atento para sacar el balón a una mano. Luego del primer gol de México, cortesía de Omar Bravo, llegó la respuesta de Irán.

Una mala salida de Oswaldo en un tiro de esquina dejó el balón a la deriva en el área chica y Yahya Golmohammandi no perdonó y empató el partido a un tanto al minuto 36. Con una bolsa de agua en la mano, Sánchez simplemente dejaba pasar el momento. No había espacio para el temor aquella tarde alemana.

Ya en el segundo tiempo, Bravo aumentaría su cuota goleadora en el partido y rompería el empate tras un error en salida del conjunto iraní. Antonio Nelson ‘Zinha’ se encargó de poner carteles definitivos con un testarazo que venció a Ebrahim Mirzapour.

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De rodillas y con las manos apuntando al cielo, Oswaldo Sánchez celebró — en solitario — la primera (y única) victoria de México en el Mundial del 2006. ‘Zinha’ fue el primero en acercarse al guardameta nacional y lo abrazó. El resto de jugadores fueron a abrazar a San Oswaldo, entre ellos Pavel Pardo, Ricardo Osorio, Luis Pérez, Rafael Márquez, Carlos Salcido, Guillermo Ochoa, Jesús Corona y el mismo Jorge Campos, quien era el auxiliar de Ricardo Antonio La Volpe.

Las cámaras apuntaban al abrazo grupal entre Pardo, Márquez, Ochoa, Corona, Salcido, Campos y un Sánchez que encarnaba una montaña rusa de emociones en Nuremberg. Aquel día quedó evidenciado el papel de líder que jugaba Oswaldo Sánchez en la Selección Mexicana que fue al Mundial del 2006.

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