Antes del Mundial de Inglaterra 1966, la FIFA vivió una de sus historias más absurdas, y al mismo tiempo más emocionantes, porque como en las películas, un perro se robó el protagonismo.
Todo comenzó el 20 de marzo de ese año. La Copa Jules Rimet, el trofeo original que se entregaba al campeón del mundo desde 1930, fue exhibida en Londres como parte de una exposición. La seguridad de aquel entonces no era muy buena, un par de guardias, una vitrina de vidrio, nada más.
Aquel día, alguien entró al recinto, rompió el seguro de la vitrina… y desapareció con el trofeo más codiciado del futbol mundial.
El escándalo fue inmediato. Escocia se burló diciendo que la copa no estaba perdida, sino “en Edimburgo bajo la cama de algún fanático”, y en Inglaterra se vivía una paranoia nacional. Scotland Yard se metió al caso, pero sin pistas que ayudaran a la investigación.
Días después, llegó una carta de chantaje firmada por 'Mr. Jackson', que pedía 15 mil libras a cambio del trofeo. La policía fingió negociar, pero la entrega fue una trampa. El extorsionador fue arrestado, pero no tenía ni idea de dónde estaba la copa.
Cuando todo parecía perdido, apareció el verdadero protagonista de esta historia: un perro blanco y negro llamado Pickles. Era 27 de marzo, y su dueño, David Corbett, lo paseaba por las calles del sur de Londres. De pronto, el perro olfateó algo raro junto a una llanta en el jardín de una casa. Era un paquete envuelto en periódico. Corbett lo abrió, y ahí estaba la Jules Rimet.
Pickles se volvió héroe nacional. Salió en todos los periódicos, fue invitado a eventos oficiales, ganó un año de comida para perros y hasta actuó en una película (The Spy with a Cold Nose). Mientras tanto, Inglaterra levantó la copa meses después, como si todo estuviera escrito.
El ladrón original nunca fue identificado. Pero Pickles, el sabueso curioso, se ganó un lugar en la historia del balompié.
Lee también A 16 años de la travesura de Javier Aguirre en Houston; el 'Vasco' volverá a dirigir en el NRG Stadium
