En el Mundial de , Italia se convirtió en el primer bicampeón y desde ya se perfilaba para ser una potencia en el futbol, más de uno se atrevía a pronosticar el ‘tri’ cuatro años más tarde.

No obstante, el inicio de la Segunda Guerra Mundial pausó el futbol por seis años, lo que afectó dos procesos mundialistas. Hasta 1950 el balón volvió a rodar, aunque Japón y Alemania, protagonistas del conflicto bélico, quedaron vetados, dejando en el aire la duda de por qué Italia no recibió un castigo similar. Todo se lo deben a Ottorino Barassi.

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¿Qué hizo Ottorino Barassi?

En la Copa del Mundo de Francia 1938 todo era felicidad entre los italianos, ya que habían ganado de manera consecutiva el trofeo Jules Rimet. Sin embargo, toda esa algarabía tras ver al capitán Giuseppe Meazza levantar el título se transformó en angustia, desesperación y miedo un año después con el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

El campeonato de la FIFA se encontraba en suelo italiano, ya que la tradición dictaba que el campeón la resguardaría hasta que pusiera de nuevo en juego. La colocaron en un banco de Roma.

No obstante, ante la inminente llegada de los nazis, un personaje se convirtió en el héroe que salvó al futbol. Ottorino Barassi, vicepresidente de la Federación Italiana de Futbol, usó su cargo para sacar el galardón de 35 centímetros y cuatro kilos de oro macizo, para esconderlo en su casa en la Piazza Adriana.

Italia fue el último campeón del mundo previo a que iniciara la Segunda Guerra Mundial. Foto: Especial
Italia fue el último campeón del mundo previo a que iniciara la Segunda Guerra Mundial. Foto: Especial

Contrario a lo que muchos imaginarían, no lo puso en una caja fuerte, sino en una caja de zapatos y la colocó debajo de su cama, esperando que nunca cayera en manos de los nazis.

Pasaron dos años de relativa calma hasta que tuvo una visita inesperada. Miembros de la Gestapo irrumpieron en su casa y destrozaron todo. El objetivo era claro: querían la copa Jules Rimet.

Luego de un largo interrogatorio, Barassi negó saber de su paradero y señaló que los otros federativos seguramente habían movido el trofeo a un lugar que él descocía. Los soldados revisaron toda la casa, menos debajo de su cama.

Después de eso, el título pasó de mano en mano, concluyó la guerra y la anhelada copa fue vista de nuevo en el Mundial de Brasil 50. Ese acto de valor significó que Italia no fuera vetado como los otros países, por lo que pudo participar en la reactivación del futbol en una Copa del Mundo.

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