Por más de medio siglo, fue la voz que resonó en el Estadio Azteca, quien se convirtió en un personaje inseparable del Coloso de Santa Úrsula.

Desde 1966 hasta su fallecimiento, su voz anunció alineaciones, goles, sustituciones y hasta niños extraviados, dejando un legado imborrable en generaciones de aficionados y televidentes.

Nacido en 1918 en Tepic, Nayarit, Melquiades heredó de su padre, un pintor de rótulos y retablos, el gusto por las artes. Aunque estudió brevemente en la Escuela de Bellas Artes de Guadalajara, su destino lo llevó a convertirse en un símbolo del Estadio Azteca.

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Además de su rol como locutor del estadio, el apodado 'Perraco' trabajó durante décadas en Canal 5, donde su voz también se grabó en la memoria de millones de mexicanos, gracias a sus 'servicios a la comunidad' para encontrar a personas extraviadas y apariciones en diversos programas de televisión.

En 1966, un compañero le avisó que se le esperaba para cubrir el sonido local del nuevo estadio.

Incrédulo, no asistió a la inauguración, pero tras confirmarlo con su jefe, el señor Pastrana, brazo derecho de Emilio Azcárraga, comenzó a presentarse partido tras partido.

Así inició una carrera que lo llevó a presenciar más eventos en el Azteca, ahora Estadio Banorte, que cualquier otra persona: partidos de la Selección Mexicana, encuentros de la liga profesional, mundiales femeniles e infantiles, partidos de futbol americano, conciertos y peleas de box.

Entre los momentos más memorables de su carrera están los Mundiales de México 1970 y 1986.

Melquiades tuvo el privilegio de anunciar las alineaciones y narrar los instantes históricos que coronaron a Pelé con Brasil en 1970 y a Maradona con Argentina en 1986.

Desde su cabina de sonido, ubicada cerca del lugar donde Brasil levantó la copa en 1970, fue testigo de momentos que definieron la historia del futbol mundial.

Su voz se convirtió en una señal de identidad del estadio. Melquiades Sánchez no solo fue un locutor, sino un cronista de emociones. Mientras en la cancha se disputaban encuentros vibrantes o partidos olvidables, y en las gradas el público rugía o se frustraba, su voz era una constante.

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El final de su trayectoria estuvo marcado por un momento simbólico. En 2018, Melquiades, ya con 90 años, se sentía mal, pero insistió en cumplir con su deber.

"Ése fin de semana, como mi papá se sentía muy mal, mi hermana y yo lo llevamos un día antes al hospital para que le hicieran otros estudios. No se quiso quedar internado, porque al día siguiente era el partido, el clásico, América-Guadalajara. Nos hizo berrinche ahí en el hospital: 'No me quedo, no me quedo, no me quedo'. Finalmente el doctor nos dijo: 'Que vaya y terminando el partido que se venga directo al hospital'". recordó en una entrevista su hija Isela.

Ese encuentro entre América y Chivas fue su último partido. Dos días después, el 4 de noviembre de 2018, Melquiades falleció por causas naturales, dejando un vacío en el Estadio Azteca.

Su voz, que durante 52 años dio vida al 'Coloso de Santa Úrsula', sigue resonando en la memoria de quienes vibraron con el futbol mexicano.

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