En 1934, la Federación Italiana de Futbol autorizó el traspaso de más de 100 jugadores, pero un nombre destacaba: Silvio Piola (militar).
Esta acción orquestada por el Partido Fascista Italiano, facilitó su fichaje por la Lazio, equipo respaldado por personajes como Giorgio Vaccaro y Giovanni Marinelli.
A sus 21 años, Piola, nacido en Robbio Lomellina, era una máquina de goles en el Pro Vercelli, club histórico del Piamonte. Su talento, forjado en la Piazza Cavour, lo convirtió en una joya codiciada.
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Piola debutó en la élite con apenas 16 años en la temporada 1929-30. En 1933, asombró a Italia al marcar seis goles en un 7-2 contra la Fiorentina. Con 15 tantos esa campaña, su nombre resonaba en Roma.
La Lazio, décima en la Liga y opacada por la Juventus, soñaba con construir un equipo competitivo. Sin embargo, Piola prefería al Torino o la Ambrosiana (Inter), donde podía jugar junto a Giuseppe Meazza.
El traspaso a la Lazio no fue sencillo. Apoyados por el régimen fascista, Marinelli y Eugenio Gualdi, presidente del club, movieron influencias. Piola, cumpliendo el servicio militar en Courgnè, recibió una oferta imposible de rechazar.
El Ministerio de Asuntos Exteriores, dirigido por Mussolini, ordenó su traslado al Palazzo de la Farnesina en Roma. En el café Vernetti, tras resistirse y soñar con otros clubes, firmó por 300 mil liras para el Pro Vercelli y 70 mil anuales para él, cifras exorbitantes para la época.
Con la Lazio, Piola no logró el Scudetto, pero su impacto fue innegable. Subcampeón en 1936-37 y 1941-42, evitó el descenso en esta última por diferencia de goles.
Su mayor gloria llegó en 1938, cuando marcó dos goles en la final del Mundial de Francia contra Hungría, dando a Italia su segundo título.
Con 274 goles en 537 partidos, sigue siendo el máximo goleador histórico de la Serie A. También brilló en Torino, Juventus y Novara, y fue máximo artillero en 1937 y 1943.
Piola, cuya familia estaba ligada al futbol, su tío Giuseppe Cavanna fue campeón mundial en 1934, dejó un legado imborrable. Los estadios de Vercelli y Novara llevan su nombre.
Falleció en 1996, en Gattinara, afectado por Alzheimer, pero su nombre permanece como sinónimo de gol y pasión en el futbol italiano.