Conquistar una es un logro que asegura un lugar en la eternidad del futbol. Hacerlo dos veces consecutivas es una proeza reservada para leyendas. Solo dos selecciones, Italia y Brasil, han alcanzado este honor, pero únicamente un entrenador ha liderado a su equipo a dos títulos mundiales seguidos.

Su visión táctica, disciplina y métodos rigurosos transformaron a su selección en una potencia imbatible durante la década de los años 30.

En 1934, Italia fue anfitriona de la Copa Mundial. Con un innovador sistema táctico equilibraba una defensa sólida con un ataque organizado, el equipo aplastó a Estados Unidos, superó a España en un desempate, venció a Austria y conquistó la Final contra Checoslovaquia con goles de Raimundo Orsi y Angelo Schiavio.

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Cuatro años después, en Francia 1938, el mismo entrenador llevó a Italia a derrotar a Noruega, Francia y Brasil, para luego imponerse 4-2 a Hungría en la Final con goles de Gino Colaussi y Silvio Piola.

Este éxito no fue casualidad. El entrenador, formado por su experiencia militar y su cargo directivo en Pirelli, exigía disciplina, humildad y sacrificio. Controlaba el estilo de vida de sus jugadores, creando una fórmula que garantizó la gloria.

Su pasión por el futbol nació en Inglaterra, donde quedó fascinado por el deporte, y su paso como jugador por el Grasshoppers suizo y el Torino italiano moldeó su visión.

¿Quién es el único técnico que ha ganado el Mundial en dos ocasiones?

Ese hombre era Vittorio Pozzo, el turinés nacido en 1886 que se convirtió en el único entrenador en ganar dos Copas del Mundo y además lo hizo de manera consecutiva.

En 1929, asumió el mando de la selección italiana, logrando también la Copa Internacional de Europa Central en 1930 y en 1933-35, además de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936.

Vittorio Pozzo levanta el trofeo Jules Rimet, tras ganarlo con Italia. FOTO: ESPECIAL
Vittorio Pozzo levanta el trofeo Jules Rimet, tras ganarlo con Italia. FOTO: ESPECIAL

“Digan lo que digan, nada supera la satisfacción del deber cumplido a conciencia y con fe, incluso con obstinación cuando es necesario, con esfuerzo e instrucción, con prudencia y con éxito”, escribió en La Stampa tras el triunfo de 1934. Pozzo falleció en 1968 en Ponderano, donde un museo y el Stadio Olimpico Grande Torino honran su legado.

Solo el Brasil de Pelé (1958-1962) igualó el récord de títulos consecutivos, pero con distintos entrenadores. Pozzo sigue siendo único, un ícono cuya disciplina y genialidad táctica marcaron una era dorada para el futbol italiano.

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