es considerado uno de los mejores futbolistas en la historia. Mucho se debe a su soberbia actuación en el Mundial de México 86, donde llevó a Argentina a levantar su segundo trofeo de la FIFA.

El Pelusa volaba en la cancha, para muestra el llamado Gol del Sligo ante los ingleses en Cuartos de Final, donde tomó el balón en media cancha y se quitó a cuanto rival se le puso en el camino. Es difícil creer que esa proeza la logró y otras más las realizó desmañanado por las fiestas nocturnas de la Ciudad de México a las que acudía.

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La selección de Argentina eligió las instalaciones de Coapa como sede de sus entrenamientos durante su participación en el Mundial de México 86, donde incluso tuvieron prácticas ante el América.

Fu ahí que Diego Armando Maradona conoció a Efraín ‘Cuchillo’ Herrera, quien sin imaginarlo, se convertiría en su guía de turista durante su estancia en la capital mexicana.

Contrario a lo que muchos pensarían, el jugador mexicano no lo llevó a que conociera la ciudad o sus atractivos culturales. Mas bien, se encargó de sus escapadas de la concentración durante las noches.

Cuchillo Herrera defendió la playera de equipos importantes en el futbol mexicano. Foto: Especial
Cuchillo Herrera defendió la playera de equipos importantes en el futbol mexicano. Foto: Especial

Durante una charla que tuvo con Ricardo Peláez, el Cuchillo recordó la buena relación que hizo con Carlos Salvador Bilardo, quien le pidió ayuda para entrenar con lo suplentes. Fue ahí donde conoció al Diego.

“Comía con ellos, comía en la mesa con el papá de Diego. Los martes les daban noche libre y yo me los llevaba. Mi hermano se llevaba a los grandes a la Zona Rosa allá con las chavas directo y yo me llevaba a Diego Armando, a (Héctor) Enrique al Bar-Bar”, recordó Herrera.

Pese a que al otro día tenían que estar listos, el Cuchillo Herrera señaló que en ocasiones se les iba el tiempo volando, al grado de que tenía que convencer a Maradona de salir de la fiesta, debido a que ya estaba amaneciendo.

“De pronto le decía ‘Diego, ya son las tres’. Regresábamos ya casi amaneciendo y al otro día entrenaban hasta en la tarde y les funcionó. Cada martes era noche libre”, comentó Efraín Herrera.

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