Fue el 21 de junio del 2010 en la sala de prensa del estadio Soccer City en la ciudad de Johannesburgo, Sudáfrica.

Javier Aguirre, director técnico de la , apareció vestido de blanco y con la gorra, blanca también, cubriéndole la cara. Traía la visera lo más abajo posible. Apenas se le veían los ojos.

Era la conferencia previa al juego por los octavos de final de la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010, México, que clasificó como segundo lugar de su grupo, el A, con cuatro puntos, después de empatar a un gol con el anfitrión en la inauguración del torneo, derrotar a Francia 2-0 y caer ante Uruguay por la mínima diferencia.

El destino había ordenado, de forma caprichosa, que el Tricolor se enfrentara de nueva cuenta contra Argentina, el equipo albiceleste, ahora bajo la dirección técnica de Diego Armando Maradona, el mismo que había eliminado al equipo nacional, en la misma instancia, cuatro años antes, en Alemania 2006.

Se espera una conferencia alegre, con el “Vasco” de grandes respuestas, interactuando con la prensa, pero…

Algo cambió. Esa tarde en Johannesburgo, Javier Aguirre cambió la actitud… Y la posición de la gorra.

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Camarógrafos y fotógrafos hicieron el comentario, la petición: “Te puedes levantar la gorra”… El entrenador los ignoró.

Vino la primera pregunta… ¿México saldrá a desafiar la historia?

Y llegó la respuesta: “Me da la impresión de que México no es favorito de nadie. Vamos abajo en las apuestas. Vamos a ver si en 90 minutos podemos cambiar el curso de la historia”.

No faltó al respeto, pero sus respuestas eran cortas y no salían de lo mismo: “Vamos a tratar de cambiar el curso de la historia. Hay foros, encuestas analistas que nos dan por muertos. Vamos a verlo… No tengo ningún mensaje, Nos dan por perdidos, aquí llegamos como siempre. Vamos a tratar de cambiar esto”.

Vino la pregunta de la prensa argentina. ¿México atacará?

“Lo vemos mañana. Todos nos dan por muertos. Vamos a ver”.

Con el paso del tiempo, las respuestas se fueron acortando: “Que cada quién se preocupe por lo suyo”, dijo después de que se le inquirió por la alineación y la que podría presentar Maradona.

Vino la pregunta más directa… ¿Estás molesto por el mal ambiente y la desconfianza hacia tu equipo?

“Es tu interpretación. Sólo digo que nos dan por muertos. No es injusto lo que piensan. Suena lógico. No me molesta nada”.

Y ocho minutos después se retiró. Nunca se levantó la gorra. Nunca vio de frente a nadie. Se fue como llegó.

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¿Por qué estaba enojado Javier Aguirre?

La razón del cambio de actitud de Javier Aguirre fue por un e-mail que recibió el jefe de prensa de la delegación mexicana.

El escrito mencionaba una reunión, una “fiesta de despedida”, organizada por la prensa mexicana que estaba cubriendo el día a día del equipo nacional, previendo que el Tricolor, caería ante el cuadro de Argentina, que tenía en su equipo a jugadores como Martín Demichelis, extécnico de Monterrey, Javier Mascherano, Ángel Di María, Gonzalo Higuaín, Carlos Tévez y un tal Lionel Messi.

Este e-mail le llegó a Javier Aguirre y eso no le gustó. Lo hizo enfurecer.

Para el “Vasco”, la “fiesta de despedida”, que se realizaría esa misma noche, era un claro insulto a su equipo, a su trabajo, a la confianza que se le decía tener a la .

Pero la prensa nacional no estaba muy equivocada. El día siguiente, el 22 de junio del 2010, Argentina derrotó 3-1 al Tricolor con dos goles de Carlos Tévez, uno en clarísimo fuera de lugar y Gonzalo Higuaín.

Por México anotó Javier “Chicharito” Hernández.

Así que, al final, la fiesta organizada por la prensa mexicana y que fue un total éxito, el 90 por ciento de los enviados acudió, no fue, como tal, un error.

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