, considerado por muchos como uno de los mejores futbolistas de la historia, tuvo una carrera brillante marcada por el genio dentro de las canchas, pero también por una vida turbulenta fuera de ellas.

Su talento lo llevó a la cima del futbol mundial, sin embargo, su lucha contra las adicciones opacó lo que pudo haber sido una trayectoria aún más dominante.

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Las sustancias prohibidas acompañaron gran parte de su vida adulta y terminaron siendo uno de los capítulos más dolorosos de su legado.

A pesar de sus intentos por rehabilitarse y de los momentos de lucidez en los que reconoció su error, las adicciones fueron una sombra que lo acompañó hasta sus últimos días, recordándonos que incluso los más grandes genios son profundamente humanos.

¿Cuándo fue el primer contacto de Diego Armando con las sustancias prohibidas?

El primer contacto de Maradona con las drogas ocurrió en Barcelona, a donde llegó en 1982 como la gran estrella tras el Mundial de España.

Con apenas 24 años, el argentino comenzó a frecuentar la noche catalana de manera descontrolada. En 2017, el propio Diego lo reconoció sin rodeos.

“Tenía 24 años cuando consumí droga por primera vez. En Barcelona. Ha sido el error más grande de mi vida”, fueron las palabras de Diego cuando decidió revelar el momento en que tuvo su primer contacto con las sustancias prohibidas.

Ese período en el Barcelona, lleno de lesiones, peleas y escándalos extradeportivos, marcó el inicio de una adicción que lo perseguiría durante décadas.

Con el tiempo, los problemas con las drogas se hicieron públicos junto con episodios que se convirtieron en un verdadero escándalo. En la Serie A fue suspendido 15 meses por dar positivo en un control antidoping por cocaína.

En la década del 90, en Argentina, fue detenido por posesión de estupefacientes. Ya en el año 2000, en Uruguay, sufrió una grave crisis por sobredosis que lo llevó a ser internado de urgencia.

Estos episodios mostraron que la adicción no era algo pasajero, sino una batalla constante.

La vida de Maradona quedó irreversiblemente marcada desde aquellos años en Barcelona. Lo que comenzó como una transgresión en la noche catalana se transformó en una dependencia que afectó su salud, su carrera y sus relaciones personales.

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