A lo largo de su historia en los Mundiales, la ha participado en 17 ediciones, consolidándose como un equipo habitual en la máxima justa futbolística. Desde su debut en Uruguay 1930, México ha enfrentado a una amplia gama de rivales, incluyendo a selecciones que han tenido el privilegio de ser anfitrionas de la Copa del Mundo.

Estos encuentros, marcados por el desafío de medirse al equipo local, han dejado huella en la trayectoria del Tricolor.

En total, México ha enfrentado a cinco selecciones anfitrionas en diferentes ediciones: Brasil, Suecia, Inglaterra, Sudáfrica y nuevamente Brasil, en duelos que reflejan tanto la dificultad como el espíritu competitivo del conjunto mexicano.

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El primer enfrentamiento contra un anfitrión ocurrió en el Mundial de Brasil 1950. En el mítico estadio Maracaná, México se midió al Scratch du Oro en la primera ronda del Grupo 1, cayendo por un contundente 4-0.

México, aún en sus primeros pasos mundialistas, mostró garra, pero no pudo contrarrestar el poderío local.

Ocho años después, en Suecia 1958, México enfrentó al equipo anfitrión en la primera ronda del Grupo 3. Los suecos, apoyados por su afición, vencieron 3-0 al Tricolor en un partido donde México luchó, pero no logró descifrar la solidez del conjunto europeo.

Este encuentro marcó otro capítulo de aprendizaje para una selección mexicana que buscaba consolidarse en el escenario internacional.

En Inglaterra 1966, el Tricolor se enfrentó a los anfitriones en el Grupo 1. En un duelo disputado en el estadio de Wembley, México plantó cara, pero cayó 2-0 ante una Inglaterra que, con el respaldo de su público, se encaminaba a conquistar su única Copa del Mundo.

El Mundial de Sudáfrica 2010 trajo un nuevo enfrentamiento contra el equipo local. En el partido inaugural del Grupo A, México empató 1-1 con los Bafana Bafana en un encuentro vibrante.

Rafael Márquez anotó el gol mexicano, que significó un punto valioso frente a un anfitrión motivado por su primera experiencia mundialista. Este resultado destacó la capacidad del Tricolor para competir en escenarios de alta presión.

Finalmente, en Brasil 2014, México volvió a medirse al anfitrión en la primera ronda del Grupo A. En un partido memorable, el Tricolor logró un empate sin goles, gracias a una actuación sobresaliente del portero Guillermo Ochoa, quien se convirtió en figura al frenar los embates brasileños.

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