Los cruces de México contra selecciones africanas en Copas del Mundo son menos frecuentes, pero han dejado una huella de equilibrio. En total, se han enfrentado en cinco ocasiones, con saldo favorable para el Tricolor: dos triunfos, dos empates y una derrota.

El primer antecedente fue doloroso: en Argentina 1978, Túnez venció 3-1 a un México que cerraba un torneo para el olvido. Tres décadas después, el Tri encontró revancha. En Sudáfrica 2010, empató 1-1 con los anfitriones en el partido inaugural y venció 1-0 a Camerún en Brasil 2014, en un juego pasado por lluvia donde Oribe Peralta marcó el único tanto.

Los equipos africanos han representado para México un reto distinto: potencias físicas, veloces y con una energía desbordante que obliga a mantener la concentración al máximo. Sin embargo, el orden táctico y la experiencia mexicana han permitido equilibrar la balanza.

El historial, aunque breve, está marcado por respeto y paridad. En los Mundiales, México ha encontrado en África un espejo distinto: selecciones con hambre, talento y carácter que desafían la lógica de las potencias, tal como el propio Tricolor ha hecho durante décadas.

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